Belén multitudinario en Betesa
por Pedro Solana
Otro año hemos sabido unir a las tres secciones de nivel senderista de MAB para celebrar la Navidad en un Belén Montañero inolvidable. Con un autobús de 35 plazas repleto y varios coches logramos aglutinar más de cincuenta marchadores en la fila montañera.
Una larga fila en la que los niños daban la nota de color y calor pues no eran sólo ellos, eran también sus felices padres, alguno de ellos con su pequeño a las espaldas bien acomodado en una silla-mochila. Definitivamente era más que una excursión, fue un canto a la familia y también a la unidad a través de la confraternización entre todos los miembros, también, de la familia montañera de Barbastro.
Comenzábamos puntuales a las nueve de la mañana en Betesa y en esta ruta de las ermitas hacíamos la primera pausa en la de Rigatell. El sol comenzaba a calentar tras un inicio muy frío y varias paradas servían para guardar las chaquetas pues el día y el sol brillaban a rebosar sobre un terreno de robles y quejigos desnudos pero eso sí, ofreciendo a nuestros pies una alfombra de hojas secas y tiñendo de ocre el sendero en todo su recorrido.
La segunda ermita era la de santa Eulalia y allí hacíamos un descanso para reponer a base de golosinas navideñas sin olvidarnos de leer ese texto compuesto por nuestro capellán Pedro Escartín y al que daban voz José Masgrau y Manuel Agraz. Había que reflexionar al recibir el mensaje renovador de la Navidad a través de la oración y acabar cantando un “Campana sobre campana“ al unísono.
La verdad es que el paisaje rural nos mostraba despoblados como el de Obis que nos sugerían cierta tristeza al ver todas las casas caídas aunque sus caminos perduren muy vivos y bellos como durmiendo un sueño de paz y tranquilidad.
Bajo las casas de Obis tan sólo oíamos el rumor del arroyo junto al sendero que giraba hacia una umbría llena de escarcha que como dientes de sierra en un sube y baja repetitivo nos acercaba a las casas de Pallás, ya casi cerrando el círculo hacia Betesa. Por fin, una pista en buen estado pero de constante ascenso remontaba hasta superar los últimos metros.
A la una y media de la tarde y sin prisa, descansábamos muy cerca de nuestro autobús antes de ascender a él y llegar a la mesa preparada en Puente de Montañana justo a la hora prevista, las dos y media.Lo que imaginábamos se hizo realidad en el comedor del restaurante “Condes de Ribagorza” ya que tanto el servicio como el menú fueron excepcionales. Por algo repetíamos visita.
Para acabar, hubo regalo de chapas para todo el mundo, buffs para los pequeños senderistas y sorteo para los afortunados adultos que obtuvieron el típico jamón, esta vez de Julián Mairal y los lotes de vinos, donación de Bodegas como Pirineos, Viñas de Vero, Fábregas y Lalanne.
El buen humor y simpatía de nuestro presidente José hacían estallar de alegría al grupo en una despedida en lo más alto
En un nivel insuperable de amistad que hace mucho Club.
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